La salud mental y la salud física están íntimamente relacionadas y conectadas, y no es posible una sociedad sana, ni salir de la crisis, si no se cuida la salud mental de todas y cada una de las personas que la conforman. Es el punto de partida de Salud Mental e Infancia en el escenario de la COVID-19, una recopilación de propuestas de UNICEF España para garantizar el derecho a la salud mental de los niños y adolescentes.
La atención adecuada y temprana a la salud mental de los niños debe ser una prioridad ineludible y urgente
El impacto que la pandemia y el
confinamiento podrían tener en el bienestar psicológico de la infancia, ha
evidenciado la necesidad -ya patente- de ofrecer a este colectivo la atención
específica que precisa en materia de salud mental. El Comité de Derechos del
Niño, en sus Observaciones Finales a España, ya consideró prioritario en 2018
que España adoptara una política nacional de salud mental infantil, además de
asegurar la disponibilidad de personal especializado y el aumento de servicios.
España corre el peligro de no contar con
los medios adecuados para garantizar el derecho a la salud mental de los niños
en nuestro país, dada la histórica infradotación de los servicios de salud
mental y de apoyo psicosocial, la falta de una especialización en infancia en
la Psiquiatría y la Psicología Clínica, o los problemas de coordinación entre
todos los actores que intervienen.
“La salud mental de niños y adolescentes
es inherente a su derecho a la salud y debe ser reconocido siempre y en toda
circunstancia. La crisis provocada por la COVID-19 hace más urgente, si cabe,
que se garanticen medidas de prevención y tratamiento y se fortalezca el
sistema de salud mental y el de apoyo psicosocial en España con carácter
permanente”, explica Sara Collantes, especialista en Políticas de Infancia de
UNICEF España. “Ofrecer una atención adecuada y temprana a la salud mental de
los niños y adolescentes es una prioridad ineludible y urgente”.
Según uno de los primeros estudios
disponibles[i] realizado
por la Universidad Miguel Hernández y la Università degli Studi di Perugia
sobre el impacto
emocional de la cuarentena en niños y adolescentes de España e Italia, el 88,9%
de los padres en España constató cambios en el estado emocional y
comportamiento de sus hijos, siendo los síntomas más habituales la dificultad
de concentración, desinterés, irritabilidad, agitación, nerviosismo,
sentimientos de soledad, inquietud y preocupación. En este sentido cabe
destacar que cada vez más expertos alertan del aumento de los casos y las
consultas de salud mental de los niños, niñas y adolescentes en España.
Las circunstancias extraordinarias que
estamos viviendo provocan respuestas emocionales extraordinarias. Lo que en
otro contexto podría parecer patológico puede que no sea más que una expresión
de dolor, sufrimiento o miedo durante un tiempo determinado.
Por ello, es importante evitar una “patologización” excesiva, pero también
acompañar a los niños para que elaboren la experiencia de lo vivido, y detectar
posibles problemas en las primeras fases.
Si bien es cierto que la mayoría de los
niños y niñas tiene una alta capacidad de resiliencia para superar acontecimientos
estresantes y traumáticos como los que podemos estar viviendo, sin desarrollar
problemas de salud mental, incluso en estos caos, es necesario detectar con la
mayor urgencia posible los problemas que han podido surgir para proporcionar un
apoyo apropiado y evitar que desarrollen problemas de salud mental a largo
plazo”, señala Collantes.
Además, es clave prestar atención a los
colectivos más vulnerables, como lo niños de entornos sociales más
desfavorecidos, los que son víctimas de violencia o abusos, los que tienen
problemas preexistentes de salud mental, o los que arrastran otro tipo de
traumas o desarraigo, como es el caso de muchos niños migrantes y refugiados.
En este contexto, urge que España acelere
el proceso de adopción de la Estrategia Nacional de Salud Mental, garantizando
una atención especial a las necesidades y derechos específicos de los niños y
adolescentes. Para UNICEF España, la elaboración de esta Estrategia debería ser
prioritaria dentro del plan de respuesta de la COVID-19, y desarrollada
mediante Planes Autonómicos.
Por todo ello, UNICEF España aporta en este documento una serie de
recomendaciones sobre los puntos que debe recoger la Estrategia Nacional de
Salud Mental, que incluyen:
-
Garantizar la especialización y formación en infancia de los
profesionales de las redes de salud mental y de apoyo psicosocial, que incluya
el reconocimiento de la especialidad de Psiquiatría de la Infancia y
Adolescencia y de Psicología Clínica infanto-juvenil.
-
Impulsar
políticas de atención a los factores de riesgo.
-
Incorporar
medidas específicas para prevenir y atajar problemas asociados a trastornos de
salud mental en la infancia y adolescencia.
-
Garantizar
la coordinación de la red de salud mental con los profesionales que prestan
apoyo psicosocial en los distintos ámbitos de infancia y juventud a nivel
estatal, autonómico y local, como educación o protección de la infancia.
-
Reforzar
el papel de la atención primaria (médicos de familia, pediatras y psicólogos
clínicos o sanitarios) y centros comunitarios en la prevención, detección,
diagnóstico y tratamiento de los problemas de salud mental y bienestar
psicológico
-
Debe contar con la voz de los niños y adolescentes, y promocionar
entre ellos la salud mental, con un foco especial en el ámbito educativo.
-
Debe prever medidas específicas para crisis
sanitarias como la derivada de la COVID-19.
Teniendo en cuenta la crisis sanitaria, educativa y socio-económica en la
que estamos inmersos, nuestro país no puede continuar sin una política clara y
una inversión suficiente en salud mental y en apoyo psicosocial, destinada a
garantizar el derecho humano a la salud mental y el bienestar psicológico del
conjunto de la población, y de los niños y niñas en particular.